El 18 de octubre del 2019 en Chile se vivió un día trascendental en la Historia política de nuestro país. Tras una serie de acumulaciones históricas desde la dictadura, se vivieron días de fervorosa rebelión, abominable represión policíaca y fuerza y resistencia de la clase trabajadora en contra de la burguesía y la élite dominante de nuestro país. Sin embargo, hoy 23 de noviembre del 2021 se ven pocos rastros, sino como pisadas elevadas por el viento de aquellos días de rebeldía y unión del pueblo chileno que exigía con fuerza y de pie sus derechos. Hoy los vemos nuevamente cabizbajos, mirándose los pies y no a los ojos, movilizándose en las odiadas estaciones de metro utilizadas como centros de tortura y montajes por parte del gobierno. La fiereza de esos días de primavera se distancia bastante de los paisajes de cacerolazos, banderas mapuches y cánticos de aquellas primaverales tardes del 2019. A pesar de estar insertos en un proceso constitucional y ad portas de la segunda vuelta presidencial donde se escogerá al próximo presidente de Chile, el ánimo político de los chilenos está alicaído y decepcionado, a pesar de la militarización del Wallmapu se escucha un enorme silencio tras las paredes de nuestras casa, casi como si la empatía ahora se trasformara en una especie de placer por el dolor de los demás o una indiferencia total. Chile, un país en que los chilenos nunca toman partido. Volvemos al tiempo anterior al anhelado octubre para quienes creemos que el calor de las barricadas jamás se apagará de nuestros rebeldes y ácratas corazones. La esperanza, el espíritu de lucha y la admiración a los protectores del pueblo que brotaba la mañana del 19 parece haber quedado como una memoria extraña perdida en los recuerdos de cada uno de los individuos del pueblo que despertó con aroma a barricada.